Desde mi chevy rojo

miércoles, 25 de mayo de 2011


La vida en un chevy rojo va de prisa, pero siempre despacio. Voy tomando periférico desde camino real. Todo corre poco pero me la suda: no hay nada como el olor a gasolina cuando el motor se fuerza y se esfuerza.

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Si cada cabeza es un mundo, cada motor una galaxia y cada coche una historia diferente. Un par de kilómetros después le subo a los No! y sus Borregos Kamikazes que suenan a través de mis bocinas rotas y me inspiran a volar. Acto seguido bajo el cristal y ahogo el acelerador.

Los problemas viajan en Sedán y minivan. No, mi Chevy rojo no corre como deportivo, pero se sabe defender. Mis lentes obscuros aparecen junto al resplandor del sol y el ‘perí’ se vuelve portador de accidentes. Uno a uno los vochos y las Voyager 2004 familiares se van quedando atrás.

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Como cualquier rebelde, termina por caer. Adiós a las minivans y los camiones de carga, llegó la hora de pelear. Los Kas, Los Golfs, los Derbys y hasta jettas y Boras van luchando en el camino pero siempre terminan por ver el tatuaje en la nalga izquierda de mi chevy: Un toro mamado que los mira retador, triunfante y orgulloso cuando en el retrovisor se asoma un Porche y me toca sudar y luchar. El toro siempre termina por esconderse y me toca ver otras calcomanías que se burlan de mi pequeño chevy rojo.
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Todo cabe en un Chevy rojo sabiéndolo acomodar. El chevy rojo es de aquellos desordenados que tienen todo tirado. Arreglar su maletero es casi tan difícil como dar una vuelta en la esquina sin frenar. Toda una vida viaja en los asientos traseros del automóvil rojo que se mueve ahora por la ciudad de la esperanza.

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Despacio, que llevamos prisa. Mi chevy rojo es descarado. Se le pone al tiro a cualquiera en plena hora pico. Se mete por aquí y por allá, acelera cuando ve el amarillo y no se deja de ningún ‘grandote’. Si, mi chevy rojo es un cabrón. Pero se sabe comportar cuando el riesgo es mayor. Despacio, que llevamos prisa y si queremos llegar.

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Compacto, flaquito y bonito. ¡Qué sexy es el chevy! No es muy tosco, cabe perfectamente en todos lados, se estaciona de lo más bello. No come casi nada: Cargar gasolina no es una actividad que uno frecuente mucho (aunque si cada vez más) desde el asiento de mi chevy rojo y sus curvas aéreas son encantadoras, pero sabe mostrar la trompa bien. Que belleza de automóvil.

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La vida es una carretera. Llego la hora de dormir, el coche cierra las luces o apaga sus ojos y después el motor logra descansar. No hay más camino y me quito el cinturón, apago la música y bajo del carro que otra vez quedo mal estacionado, pero se ve precioso. Nos vemos la próxima y cierro la puerta. Me meto a la casa no sin antes escucharlo decir hasta luego. ‘Beep Beep’.

Borrego,

El próximo sábado 21 de mayo.

martes, 10 de mayo de 2011


Dicen que lo único malo de ser niños, es el hecho de que se está condenado a ser adulto.

De ser adulto no puedo hablar, no tengo manera de hacerlo pues aún no conozco ese mundo lleno de estrés, aburrimiento, números y esclavismo. Del otro si puedo hablar porque lo conozco a la perfección: la Niñez.

El próximo sábado 21 de mayo, dejaré de habitar este mundo infantil que tantas aventuras me dio, para voltear hacia aquel otro, el de traje y corbata. El próximo sábado 21 de mayo diré adiós a mi infancia, dejaré de ser un niño y le diré hola a mi nueva vida, convirtiéndome en adulto.

Si, es posible que esté exagerando el tema y realmente sea que el próximo sábado 21 de mayo solo cumpliré un año más. Tal vez es que sólo tengo miedo.

Miedo a dejar de imaginar. A dejar de ser alegre. Miedo a no poder ver caricaturas los domingos por la mañana. Miedo a olvidar a Monchito y su carrito. Olvidar el la importancia del sombrero de Woody y lo peligroso que era cuando Buzz abría su casco. Olvidar que es lo bello de patear una pelota de fútbol. Olvidar la inocencia. Olvidar las lágrimas que derramé cuando Pikachu abandonaba a Ash. Olvidar a Tom y Jerry. Olvidar mis tardes en el Azteca de la mano de mi padre. Tal vez sea miedo a olvidar mi infancia poquito a poco.

El próximo sábado 21 de mayo morirá Carlitos para dar paso a Carlos.

Carlitos,
¡El post número 100 de Un Borrego Sin Manada no podía ser más especial para un niño!

Soledad.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Qué triste eres Soledad.

Qué triste eres porque no te quiero y no te vas.
Porque te odio y aquí estas como cada noche.
Porque es tu presencia la que me obliga a extrañar.
Porque no es la sonrisa de un ángel, es tu hedor.
Porque es tu sentir el que me hace sufrir.
Porque no eres ella, ni eres tú.
Porque no me dejas ser yo.
Porque bañas en sangre mi pasión.
Porque escupes en mi orgullo.
¡Que triste eres Soledad, porque no te vas!
Porque cambié sus sueños por tu pesadilla.
Porque dejé su felicidad para crear mi agonía.
Porque no te pedí que vinieras cuando se fuera.
Porque no cerró la puerta y entraste tú.
Porque te odio, maldito demonio.
Porque te odio, maldito extraño.
¡Porque te odio Soledad!
Porque te odio, amor…

Borrego,